Entrevista del Tránsito




Miguel Velayos regresa con el segundo poemario de su trilogía: Permanencia en el Tránsito

Este nuevo libro es una filosofía de vida que invita a la búsqueda permanente”

El autor confiesa que esta positiva forma de entender la vida supone “permanentemente querer vivir y caminar siempre hacia adelante”




Con Identidad de Edades inició Miguel Velayos el proyecto narrativo de una trilogía acerca del valor del pasado como ejercicio necesario para entender el presente, siendo él mismo el que iniciaba un intenso viaje de reflexión hacia su infancia en ese primer libro y más profundamente en el que ahora presenta, Permanencia en el Tránsito. Se trata de un segundo poemario en el que tienen cabida más de un centenar de poemas repletos de vivencias autobiográficas, impregnadas en su memoria y mezcladas con la ficción, y referencias sociales y políticas actuales expresadas con la voluntad de ser unos versos sencillos y depurados. Esta segunda entrega de la trilogía tiene dosis de autobiografía, sobre todo en los paisajes y en algunas escenas. Y desde el título del poemario hasta la cita final nos remite a una permanente búsqueda conforme a la convicción de que “siempre hay que tener inquietudes y hacerse preguntas”, confiesa el autor, y “esa es una buena filosofía de vida”. Un libro que conmueve y divierte al lector; el segundo de una trilogía que quiere concluir el próximo año con la publicación del tercer y último libro que la compone.
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NUEVO LIBRO.

Permanencia en el Tránsito consta de más de un centenar de poemas agrupados en cuatro partes bien diferenciadas:”Tránsito hacia el tiempo”, “Tránsito de raíz”, Tránsito de humanidad” y “Tránsito de piel”, cuyo colofón es “Tránsito final”, además de numerosas citas y referencias bibliográficas. Todo ello perfectamente ordenado dentro de la pluralidad de contenidos que aborda en este nuevo poemario para lo que contó fundamentalmente con su memoria “necesaria para los escritores”, señala, y, además, “es un placer encerrarme en casa y pasar horas pensando, recordando y escribiendo”. Desde luego, disciplina y tesón no le faltan ya que “es mi manera de entender la literatura que tiene mucho de oficio”.

Quizá por esa concepción tan ordenada de la escritura sea tan exigente a la hora de dar por concluido un libro porque es muy perfeccionista, lee, relee y corrige sus libros varias veces.

En este nuevo poemario explora en su pasado, en su infancia y adolescencia, pero también aborda la situación del ámbito social y político del momento, como una sencilla, breve e irónica crónica de los hechos que se están sucediendo en la actualidad. En estos poemas Miguel Velayos anuncia desde el título que se propone indagar constantemente en su pasado y, en efecto, las dos primeras partes del libro se refieren a su infancia, desde la vida sencilla y feliz de un niño, marcada y rota por la muerte de su padre y el dolor provocado por la orfandad, hasta las figuras familiares de los abuelos pasando, a medida que el libro avanza, por la ausencia de los cuerpos que ha compartido, y su evocación nocturna, así como por la irónicas opiniones que le suscita la situación económica y social que estamos atravesando.

El tema central de todo el libro es el paso del tiempo sobre el que lleva a cabo un intenso ejercicio poético de recuperación de sus recuerdos, emociones, preocupaciones y obsesiones sobre las que considera necesario reflexionar “porque nos acompañan en el presente y realizar esta labor de revisión nos va a ayudar a estar mejor en el futuro”. Un trabajo en el que el autor alcanza en algunos momentos una gran emoción y una triste hondura cuyo objetivo es conmover al lector.

Pero Permanencia en el Tránsito es también es un libro divertido que, aunque en ocasiones provoca tristeza, en otras te regala una sonrisa. Es un poemario original en la forma, nostálgico, irónico, mordaz, cargado de desamores de varios cuerpos y repleto de profundas historias.

Nos encontramos así ante un poeta que nos cuenta sus versos con nitidez y precisión y, en el caso concreto de estos nuevos poemas, sin adornos innecesarios en los textos. En el libro que ahora presenta hay un “desenmascaramiento” del autor y su poesía porque ha despojado los textos de artificio, “los he dejado más desnudos, más crudos”. Sostiene que no siempre está su vida real tras sus poemas “a pesar de que la poesía puede tener algo de biográfico, y muchos de mis poemas lo tienen, pero la poesía es un género de ficción. Creo que en otros libros quizá estaba más “escondido” y ahora me interesa una poesía más sencilla, más expuesta y más “pobre” en las formas. Ahora dejo los textos más limpios, más crudos y creo que hablan más desde la intensidad y reflejan más fielmente el tipo que soy”.

En este nuevo poemario no quiere esconderse tras los versos. “Quizá más en el libro anterior, Identidad de Edades, pero en este he procurado no hacerlo, apenas hay ruido ornamental aunque sí hay juego con los versos y las formas de los textos. Pero, en todo caso, la intención de un poema no es reconocerse en él, como decía Gil de Biedma, porque los poemas son elementos de ficción”. De modo que los versos que ahora presenta son más contundes y con menos artificios literarios. Son versos más claros y directos que van evolucionando hacía la sencillez en la forma.

 
FIGURA PATERNA.

El título del libro, Permanencia en el Tránsito, es un Oxímoron, es decir, una figura literaria que pretende “armonizar dos conceptos opuestos en una misma expresión y generar un nuevo significado”. De ese modo, desde el principio se invita al lector a que busque un sentido metafórico a esa expresión puesto que el objetivo del autor es trasmitir con su particular estilo el verdadero significado del nuevo poemario con este inicial juego de palabras.

P.-Permanencia en el Tránsito ¿qué plantea de continuidad y de nuevo con respecto al primer libro de la trilogía?

R.- Permanencia en el Tránsito profundiza en algunos aspectos que estaban simplemente esbozados en la primera parte. De hecho, hay cuestiones, como el paso del tiempo, que en esa primera entrega estaban de una forma más escondida y en este segundo poemario, sin embargo, el “Tránsito del Tiempo” –la primera parte de este libro- es el apartado que más ocupa. Este segundo libro es una profundización de temas que estaban simplemente esbozados o sugeridos en la primera entrega y aquí se trabajan de una forma más profunda, incluso hay textos que tienen dos versiones seguidas de un mismo tema o a lo largo de los poemas retomo una idea que aparecía antes, etc. Creo que es un ejercicio similar al de cavar en la tierra lentamente y en algunos temas he intentado llegar a capas más profundas que lo que se conseguía en el libro anterior.

También hay un desarrollo de ciertas ideas que en la primera parte tenían una expresión estética y de contenido muy distinta. Por ejemplo, había una parte amorosa que reflejaba una historia de amor, el retrato de una historia de amor entre dos personas, y aquí es una suma de distintos cuerpos femeninos, de distintas historias, de distintas presencias que aparecen y reaparecen a lo largo del tiempo; que se van mezclando; que no se define muy bien de quién se está hablando porque he tratado de reflejar un personaje femenino y plural.

P.- El primer libro de la trilogía, Identidad de Edades, está dedicado a tu madre como origen de todo lo que sientes y vives.

R.- Sí, creo que las madres son nuestra primera identidad. Ya dentro del útero materno estamos adquiriendo una identidad que, sin ninguna duda, les pertenece a ellas, nos van trasmitiendo una serie de alimentos pero creo que también de ideas y es nuestra primera casa en el mundo, nuestra primera identidad. El vientre de la madre es nuestra primera casa, quizá la única. Igual siempre hay un anhelo de esa casa; quizá la vida consista en recuperar ese lugar de confort, de tranquilidad, de cobijo, de amor, de calor que es el vientre materno, no? Es tan sólo un sencillo reconocimiento porque estoy inmensamente agradecido por tantas cosas que me ha dado…

P.-Y este segundo poemario, Permanencia en el Tránsito, a tu padre. Trasmites desde la primera página que siempre está presente a pesar de estar ausente físicamente.

R.- Sí, yo creo que las personas que nos sentimos huérfanas, que no tiene por qué ser una orfandad biográfica puesto que hay gente que se puede sentir huérfana sin haber perdido a sus padres, si además nos lo corrobora nuestra historia biográfica, sentimos que esa persona siempre está con nosotros, es una especie de ausencia viva, y la tenemos que recuperar.
Según mi experiencia personal creo que gran parte del ejercicio vital de una persona que se considera huérfana es recuperar esa memoria perdida y se hace un trabajo colosal a la hora de rescatar recuerdos, fotografías, historias que tú has vivido y otras que te cuentan los demás. Así, poco a poco, vas creando una figura que, aunque no tenga que ver exactamente con la realidad en sentido estricto, resulta ser tu propia versión de ese padre que has perdido.

P.- ¿Qué lugar ocupa en este libro?

R.- En Permanencia en el Tránsito la figura paterna es fundamental y en los textos que he ido escribiendo a posteriori también. Se trata de la recreación necesaria de una persona que ha desparecido y necesito reconstruir esa figura sino no podría vivir. Incluso desde la orfandad se necesita la figura del padre y se hace necesaria una recreación de su persona. Creo que la poesía en algún caso sirve para restituir esa sensación de orfandad; nos da cobijo; nos da paternidad y sirve para recuperar a esas personas que ya no están con nosotros. Uno de los prodigios de la poesía es ése: resucitar a la gente que ya no está aquí y este libro es un ejemplo de ello. Sí, desde esa primera dedicatoria, la figura de mi padre es una figura en permanente ausencia y de ausencia viva.

P.-Tanto que ha condicionado tu forma de relacionarte con tu familia, con tu entorno y también la forma que tienes de ver la vida…

R.- Sí, sin duda. Creo que la orfandad es también una identidad, es una manera de estar y de vivir. En el libro digo que “un huérfano es aquel que descubre su origen”. Creo que el origen de muchas cuestiones, personales y muy profundas, procede de esa sensación de huérfano, que empecé a descubrir en la adolescencia, con lo que eso supuso de conflictividad para mí mismo y para los que me rodeaban. Fue el principio de muchas cosas, incluso, en mi caso, la poesía llegó a mi vida procedente de ese sentimiento de dolor y vacío; de esa sensación de orfandad. Llegué a la poesía por sentirme huérfano en la adolescencia y necesitar una cobijo; una especie de abrazo paterno y lo encontré entre los libros y la escritura, además de en mi familia.

P.- ¿La esencia del poemario es que hay personas y sentimientos que siempre van con nosotros?

R.- Permanencia en el Tránsito es una forma de entender la vida, una filosofía. El título de este libro es una premisa o declaración de intenciones que me gustaría mantener a lo largo de toda mi vida.
Estar permanentemente en búsqueda, en eso consiste el libro –y así lo indico desde el título- en estar permanentemente en tránsito. Hacía adelante siempre, a la vez que uno investiga y recupera el pasado porque el pasado nunca termina, de alguna manera siempre exige una recuperación inevitable puesto que para entender nuestro presente y nuestro futuro necesitamos entender nuestro pasado a nivel individual, a nivel colectivo y a nivel histórico. Las personas y los países necesitan hacer ese triple trabajo.
Y en mi caso vivo con esa sensación permanente. Es como una filosofía de vida que me gustaría conservar porque creo que es una buena manera de no anclarse en el pasado, pero tampoco olvidarlo, de aprovechar el presente y, sobre todo, de dirigirse sin miedos hacía el futuro. En muchos casos nos encontramos con personas estancadas en una época o que no tienen ganas de investigar, de moverse, de indagar y profundizar en la vida y yo creo que eso es desgraciadamente una especie de muerte anticipada.
Creo que “permanencia en el tránsito” significa “permanentemente querer vivir”.

P.- ¿Un estilo de vida?

R.- Permanencia en el Tránsito aspira a ser una forma de vivir. Y concretamente hay un poema que lleva el mismo título que el libro, que está ubicado dentro de lo que he denominado “Tránsito de Humanidad”, que es una especie de crítica a algunas cuestiones políticas y sociales de estos momentos. Ese poema y el poemario en general son un modo de amor hacia el ser humano que alienta y dice: vamos a buscar, vamos a investigar y vamos a avanzar incluso después de la derrota que han supuesto muchas situaciones del siglo pasado e incluso que tristemente están sucediendo en este principio de siglo.
Y de eso habla ese poema: de “permanecer en el tránsito” incluso después de la derrota; incluso después de la sangre derramada; incluso después del fracaso que han supuesto muchas utopías del siglo pasado…A pesar de todo eso, lo que dicen esos versos es que vamos a cogernos de la mano y vamos a seguir adelante mirando hacia el futuro. Es un poema optimista. En la vida hay que mirar siempre hacia adelante.

P.-¿El personaje central de ese “tránsito” entonces vendría a ser lo mismo que un viajero incansable?

R.- Si hubiera un personaje central en este poemario sería el de un viajero, un caminante o un autoestopista, pero sobre todo sería un “buscador”. Permanencia en el Tránsito es una invitación a la búsqueda, a no quedarse parado y a pensar que hay que investigar el pasado y el presente y crear el futuro; es una metáfora y una reflexión acerca de que somos más complejos de lo que parecemos a simple vista y que hay que esforzarse mucho y que la vida exige compromiso e intensidad y eso se hace en movimiento, no desde la pasividad.

P.- Te enumero algunos sinónimos de tránsito: paso, comunicación, camino, itinerario, viaje, circulación, traslado, movimiento, recorrido.

R.- Me quedo con todos esos sinónimos porque este libre es una invitación a caminar, a seguir caminando, siempre caminar, siempre dirigirse hacía el horizonte. Hay un famoso poema que utilizo en el libro que aparece como una cita de Eduardo Galiano -que en Latinoamérica se conoce casi como un himno- y que habla sobre la utopía y al final del poema pregunta Galiano: “¿para qué sirve la utopía? Y contesta: para eso sirve, la utopía sirve para caminar”.
Por tanto, “el tránsito” sirve para caminar, nuestra vida es un incesante caminar, aunque queramos es imposible quedarnos quietos.

P.- Y de permanencia: estancia, duración, continuidad, estabilidad, pervivencia, persistencia, estabilidad, regularidad, resistencia, eternidad…

R.- Sí, el título aunque parece irónico –es un juego de palabras como has dicho antes- pero es real porque a veces para caminar también hay que detenerse, uno no puede estar permanentemente caminando y, aunque parezca contradictorio no lo es, porque hay que detenerse de vez en cuando para echar la vista atrás, ver qué parte del camino has recorrido, donde se encuentra uno y hacía donde se quiere dirigir en el futuro. Entonces ese tránsito tiene esa parte de reposo –de mirar hacia atrás- y de mirar hacia delante para saber adonde nos dirigimos.
Y también de permanencia, como lo son raíces de cada uno. Permanecer en un sitio significa que estás echando raíces, que estás como un árbol creciendo fuerte…
Me apetecía jugar con esos dos términos que son contradictorios, en un principio, pero que no lo son en el fondo. En poesía los contrarios se llevan muy bien si uno los maneja adecuadamente, igual que la ambigüedad o los opuestos porque nuestra vida está compuesta de eso, de camino y de pausa.

P.-También hay lugares de paso y otros para hacer una larga parada…

R.- Sí, hay lugares que son de tránsito, al menos en una etapa de tu vida. Probablemente no sabemos que lo son y pensamos que algunos son más duraderos de lo que son en realidad, pero sí, nuestra vida está llena de lugares de paso. Creo que lo ideal sería encontrar lugares definitivos, que nos permitan echar raíces pero algunas personas siempre estamos en búsqueda o al menos durante una larga etapa de nuestra vida.

Evidentemente hay otros lugares que sí son definitivos en nuestra vida y esos son los lugares de los que hablo en la primera parte del libro: que son los lugares de la infancia, la primera ciudad en la que vives y donde te ocurren muchas de las cosas primeras y más importantes de tu vida… Eso para mí es un lugar definitivo, que no significa que en él vayas a estar el resto de tu vida pero conservan la mayoría de tus experiencias originales, las iniciáticas, las primeras…y por eso se convierten en lugares definitivos porque están siempre contigo en la memoria, nunca vas a olvidar el lugar donde diste tu primer beso o fumaste tus primeros cigarrillos…Eso se queda siempre contigo.

BUSCANDO EN LA MEMORIA.

P.-En el libro hay un orden muy claro que consta de cuatro partes bien diferenciadas dentro de la variedad de la temática y de las formas.

R.- Sí, soy un obseso de la estructura y de la forma y dedico mucho tiempo a corregir los textos de los libros y en este poemario cada poema está medido y ocupa un lugar específico porque tiene que ser así, los poemas han sido reordenados hasta que han adquirido el lugar que tienen que tener. Cada verso, cada cita, cada dedicatoria, cada expresión están perfectamente estudiadas; cuidadas con mimo. Todo está ordenado dentro del conjunto.

Me interesa que se vea el libro por la pluralidad de temas pero también por la gran pluralidad de formas que tiene: hay poemas en prosa, poemas más ortodoxos, poemas muy breves… porque creo que la forma avala lo que yo quiero decir en el fondo y me parecía que era interesante, y también necesario, que si estaba manteniendo una idea en el fondo, mantenerla también en la variedad de versos. Si estoy hablando de la diversidad, es decir, de distintos “tránsitos” ¿cómo podía reflejarlo de la mejor manera posible? Creo que con la variedad de formas -poemas extensos, cortos, poemas satíricos, irónicos…- me parecía que eso era necesario.

Pero además disfruto mucho organizando un libro, que suele ser la parte más tediosa para muchos poetas, pero a mí me gusta y le dedico mucho tiempo; cambio, corrijo una y otra vez hasta que siento que cada poema ocupa el lugar que le corresponde… porque hay poemas que establecen un diálogo entre ellos, hay temas que se van sucediendo y el siguiente poema es una continuación del anterior o una segunda versión incluso del mismo poema o se abre una ventana nueva que retoma ideas anteriores, etc. Yo he procurado que esté todo perfectamente medido, que esté todo en su lugar.

P.- En estos nuevos poemas tienen cabida el paso del tiempo, el pasado, la infancia, la orfandad, los viajes, el amor perdido… ¿Unas cuantas “obsesiones”?

R.- Sí, toda persona que se siente a escribir tiene sus obsesiones y siempre le van a acompañar; unas pueden ir variando, otras desapareciendo o mitigándose, pero hay algunas que inevitablemente te acompañan siempre. Cada uno de nosotros nos vamos formando nuestro propio campo semántico y en mi caso algunos son los que has enumerado, junto con la nostalgia, la pérdida, etc. Decía Nicanor Parra que “todo poeta tiene la obligación de nombrar las cosas por primera vez y hacerse su propio diccionario” y cada uno de nosotros va construyendo su propio diccionario poético, con las obsesiones que te acompañan siempre y, aunque no quieras, surgen de forma inconsciente y uno las reconoce.

En mis textos, de manera inevitable, surge el tema de la orfandad y es el núcleo central de donde parte gran parte de mi poesía, como he dicho antes siempre me pregunté ¿cuál fue la razón por la que yo llegué a la poesía? En gran parte por esa orfandad, buscando una especie de padrinazgo que la poesía me proporcionó. Un tema que ha aparecido de forma natural después de tantos años. Realmente llevaba muchos años intentando escribir sobre la figura paterna y la orfandad y no salía nada. De repente, de cuatro o cinco años para acá, se convierte en el núcleo central de lo que escribo porque la poesía requiere su tiempo y tiene su propio proceso.

P.- Precisamente ese paso del tiempo te ayuda a hacerte preguntas. ¿Lo interesante de la vida es que siempre hay que seguir buscando?

R.- Desde luego y la poesía es una permanente pregunta, nos invita a preguntarnos constantemente. No sé si encontramos respuestas, o no sé si encontramos las respuestas que necesitamos, pero estamos en un momento en el que al menos necesitamos hacernos las preguntas. Quizá las respuestas las iremos encontrando poco a poco, pero necesitamos preguntarnos y la poesía, en ese sentido, es una permanente pregunta, nos cuestiona constantemente.
Un poema yo creo que es como una pregunta. Al final uno se da cuenta que no está terminado, que podría haberlo dicho de otro modo. Un poema es una especie de esbozo, una pregunta que te lleva a otra y ese segundo poema a otra pregunta y toda una obra en el fondo es una pregunta; cualquier gran obra de un poeta es un inmenso enigma.
La búsqueda es lo interesante. La poesía es como un ejercicio de interrogación, nos obliga a interrogarnos. Las respuestas luego cada uno las encuentra o las va dando forma, pero la poesía, como premisa, tiene la obligación de preguntarse, de cuestionar.

P.- La primera parte del libro “Tránsito hacia el tiempo” es formalmente la parte más extensa y, desde el punto de vista del contenido, quizá la más intensa. ¿Hay que mirar hacia atrás? ¿Merece la pena, como dices en uno de tus versos, hacer ese “esfuerzo en la memoria”?

R.- Voy a tratar de explicarlo sin que suene contradictorio. No soy una persona nostálgica o que defienda que cualquier tiempo pasado fue mejor sino lo contrario, pero, a la vez que digo eso, creo que para un poeta es necesario, obligatorio e inevitable revisar su pasado porque nosotros contamos casi exclusivamente con la memoria, que es nuestra principal herramienta. Por tanto, cuanto más profundo seamos capaces de escarbar en ella creo que más hallazgos vamos a encontrar.

Esto lo explica muy bien Joan Margarit que dice que un poeta es como una especie de minero que desciende a un lugar oscuro, a una mina muy profunda y con poca luz, y alumbrando los rincones a veces encuentra pepitas de oro y hallazgos increíbles y otras veces no. Los mejores hallazgos de la memoria suelen estar muy profundos y hay que atreverse a bajar hasta esos abismos.
Por eso, la nostalgia es ese ejercicio que consiste en revisar tus recuerdos, emociones y obsesiones del pasado, que nos acompañan en el presente porque nos van a ayudar a estar mejor en el futuro.
Hay que volver al pasado como ejercicio poético nada más pero no en la vida. El pasado no es el lugar donde hay que habitar sino todo lo contrario.

Además los poetas jugamos con la ficción, igual que un novelista o que un dramaturgo y, en mi caso, me resulta más interesante la “tragedia”, quizá de ahí esa retorno al pasado, que un poemario única y exclusivamente feliz, aunque estoy desde hace un tiempo a esta parte escribiendo textos humorísticos y me interesa mucho esa faceta poética. Pero en esta trilogía el ambiente que yo quería crear era éste precisamente…

P.- El pasado, sus restos y sus señales en la memoria son una constante en esta primera parte. Esa nostalgia en estado puro ¿es alimento para la poesía?

R.- Esta respuesta también puede parecer ambigua porque tiene algunos peros y sin embargos… La poesía es el terreno donde yo me concedo ser más triste de lo que soy en mi vida real y me concedo más amargura y más nostalgia que en mi día a día porque en ella eso no me sale, no me funciona, no es práctico para vivir, uno no puede estar viviendo su vida de esa manera, a mí al menos no sirve.
Por tanto, de algún modo, eso es como una concesión que yo me hago y lo más profundo de lo más profundo que hay en mí es ese poso triste o esa amargura que sale espontáneamente con la poesía en algún caso, aunque no siempre. Pero cuando sale yo no lo obstruyo, no lo controlo, me parece que es interesante para escribir porque salen textos que a mí me resultan intensos.
Y, por otro lado, y esto quiero recordarlo siempre, es que la poesía es un género de ficción y, por tanto, hay cuestiones que están alteradas, transformadas, modificadas para el formato poético.
La poesía siempre se ha identificado con algo real y biográfico y no es así estrictamente.

P.- En estos primeros poemas hablas de un tránsito hacia atrás en el tiempo.

R.- Sí, en el libro el tránsito es hacía atrás, de búsqueda en los orígenes, de paso del tiempo. Concretamente es tomar conciencia de ese paso del tiempo. La poesía es un “gran caer en la cuenta” y, en algo tan obvio como que el tiempo pasa, la poesía nos ayuda de alguna manera a recuperar lugares y personas que quizá de otro modo no son recuperables y los perderíamos para siempre. Esa pérdida sería irreparable y, por tanto, perderíamos muchos matices de nuestro presente y de nuestro futuro que es lugar al que queremos dirigirnos.
Permanencia en el Tránsito me ha permitido hacer revisión de muchos lugares y acontecimientos. Algunos de esos lugares son sagrados y también algunas personas, algunas de las cuales por desgracia ya no están. Conviene, aunque sea doloroso, sentarse y hace cuentas con ellas, acercarnos a ellas, mirarles, escuchar lo que nos tienen que porque es un tesoro lo que nos dan y, si no lo escuchamos, lo perdemos de por vida. En estos poemas he escuchado la importancia de determinados lugares y personas que han condicionado mi forma de entender la poesía, el mundo y mi relación con los demás. Creo que si no les escucho estoy siendo injusto con ellos; estaría siendo olvidadizo, y creo que el olvido no es un buen lugar para escribir poesía.

P.- De hecho, uno de los temas principales de este libro es la infancia y escribes en uno de tus poemas que sientes “predilección por la nostalgia”. ¿Se escribe mejor desde el recuerdo?

R.- Le da un barniz intenso porque todo el mundo ha sentido, por ejemplo, la pérdida de la infancia. Eso es algo que nos identifica a todos y a todas en cualquier lugar, en cualquier época, y eso hace que la poesía sea extensible a todo el mundo. De modo que la pérdida de la infancia, y de ese paraíso que supuso la infancia para muchos de nosotros que tuvimos una infancia muy afortunada, y todo lo que supuso esa ruptura, es un sentimiento que cualquier persona entiende y eso te permite que tu poesía tenga un recorrido largo y lo que yo espero es que también sea profundo. Y espero también que esa sensación llegue a todos porque creo que todo el mundo la puede entender para poder rescatar ese paraíso que de alguna manera nos ha conformado a todos nuestra personalidad.

La gente que hemos tenido la suerte de tener una infancia buena y muy feliz tenemos un tesoro que nadie ya nos arrebata y vas por la vida con ese regalo escondido en tu interior, que te hace más fuerte. Es un lugar al que volver, en el que refugiarse de la intemperie del mundo. Es un privilegio contar con paraísos, a pesar de que sean paraísos perdidos, porque no tienen posibilidad de recuperación, a los que puedes volver a través de la poesía, como es mi caso.
Entonces, en un ejercicio de nuevo ambiguo: recuperarlo para perderlo o recuperar algo que está perdido y que es irrecuperable pero sí puedes tenerlo durante breves momentos. Y algo tan importante se consigue a través de la poesía y a través de la memoria, de este modo podemos de nuevo habitar en ellos.

P.- ¿Y la memoria dulcifica los recuerdos, mitifica los lugares donde estuvimos y embellece a las personas?

R.- La memoria transforma los propios recuerdos. Incluso en algunos poemas que estoy escribiendo ahora he tratado a la memoria de “mercenaria”. Hay que tener cuidado con ella porque evidentemente transforma las cosas pero en la poesía eso no es tan importante. No es tan importante si algo sucedió o no verdaderamente sino que la forma en la que yo lo he escrito es la forma en la que yo lo recuerdo. Nos basta, no nos interesa tanto si coincide o no con la veracidad de los hechos sino que en el fondo sabemos que no coincide. De hecho, sabes que muchas sensaciones son distintas porque en el momento de escribir un poema trasformas la realidad. Como poeta, lo que me interesa es recuperar una sensación de un acontecimiento concreto, de una persona, de un lugar… Lo que los poetas tratamos de hacer es una mínima recuperación, un pequeño esbozo de lo que pasó allí, que no tiene por que ser lo que ocurrió realmente. Y en esa ambigüedad de nuevo se mueve la poesía: la poesía no es lo que ocurrió sino lo que uno recuerda que ocurrió.

Ahí entran en juego modificaciones, transformaciones, alteraciones, exageraciones, reducciones… y todo eso hace que la poesía sea mucho más hermosa.

RESCATAR EL TIEMPO.

P.- Estos versos también están repletos de evocaciones y simbolismo como cuando dices que “envejecemos siempre en septiembre”. ¿El final de una época?

R.- Así es. Coincide con el final del verano, que ya es de por sí nostálgico y duro, y además se trata de un mes simbólico que representa el final de una época. Hay un poema de Jaime Gil de Biedma que se llama “Las afueras” que habla de la vuelta a una ciudad a finales de verano y de cómo uno se da cuenta de que ese momento es el final de una época, que ya no se va a tener ese verano eterno -que son siete u ocho veranos de la vida que se suceden uno tras otro y uno no recuerda en la cronología, sino que parecen formar parte del mismo verano, que parece un único verano o un verano eterno-. Hay un momento en que esa sensación se pierde y llegan los septiembres…

Septiembre implicaba el olor de los libros forrados para ir al colegio, las carteras, las ofertas de las tiendas… y, más adelante, supone tomar decisiones que te están llevando a otros lugares que no son los de la infancia. Septiembre es el mes de “la toma de decisiones”, cuando simbólicamente hay que coger las carteras, desempolvar los libros y volver a la realidad que solía ser más dura que la del verano, donde no había horarios y todo era luz, juego, aventura…
Entonces es un mes que coincide con la vuelta a las obligaciones y eso a mí me sigue ocurriendo ahora y de hecho estoy escribiendo muchos poemas en esa línea: la vuelta a una ciudad por las carreteras de septiembre implica la vuelta al trabajo, a determinados asuntos que hemos dejado en suspenso. Septiembre es un mes simbólico; llega el otoño, incluso el frío, y llegan las decisiones, llegan las obligaciones, llegan las oficinas y llegan los “trajes” que desempeñamos todos en nuestra vida.


P.- Un tiempo en el que escribes que “las ausencias regresan trayendo su dolor”. ¿Las ausencias están siempre presentes?

R.- Sí, hay ausencias que son más presencia que las propias presencias. Hay personas, que están con nosotros pero que no tienen tanto calado ni tanta profundidad en nosotros como algunas personas que ya están ausentes…

P.- Están tan presentes que algunos de tus versos son más presencia que ausencia a pesar de estar ausentes….

R.- Sí, de nuevo la ambigüedad… que es el terreno en el que se mueve la poesía. Decía Shelley que “los poetas son los únicos legisladores del mundo”. Desde luego, creo que son legisladores de lo invisible, los poetas tienen la capacidad de legislar lo intangible; aquello que no se ve… La poesía tiene la capacidad inmensa de profundizar en lo que no podemos ver y de hacerlo visible y estas “ausencias presentes” o estas “presencias ausentes”, que son cuestiones invisibles, se hacen legibles y entendibles a través de la poesía. Podríamos decir que la poesía legisla sobre la ambigüedad.

P.- Lo intangible como las miradas y gestos que se dan en el seno de las familias y que escribes que son los que muestran la esencia de lo que realmente son…

R.- Me interesan mucho las herencias de la familia; las herencias no materiales, intangibles, que se descubren en gestos y en palabras. A medida que uno va creciendo se va dando cuenta que va reconociendo a sus padres o a sus abuelos en el espejo… Y vas viendo como hay gestos que nosotros considerábamos que no habíamos heredado y, sin embargo, se revelan muy claros en el espejo y uno acaba acercándose a su padre o a su hermano mayor… y esas herencias que están ahí en el pasado, y se van trasmitiendo de generación en generación, uno puede verlas en las personas de tu familia que te rodean y en ti mismo… Y hay como una especie de hilo conductor en cada familia.

Me parece una idea interesante porque de alguna manera emparenta a todo el mundo. Hay herencias compartidas, y no sólo con la familia que lleva tus apellidos, sino que incluso llegas a lugares donde se puede detectar esa herencia por la forma de entender las relaciones y de estar en el mundo. Es una herencia invisible. Decía J. Donn, y yo lo utilizo para uno de los poemas del libro que “no te preguntes por quién doblan las campanas, las campanas doblan por la Humanidad entera”.

P.- Señales que también conservas en tu ciudad, a la que has regresado en este poemario. ¿Hay un momento en la vida el que hay que salir para después volver con más serenidad?

R.- En el fondo lo que subyace es que la ciudad, en sentido metafórico, va con nosotros y no podemos huir de ella -entendida como el lugar del que uno quiere marcharse a una determinada edad- porque la llevamos dentro pero es que además es necesario volver en un determinado momento para hacer las paces con la ciudad que es hacer las paces con uno mismo. La ciudad, y todo lo que ella supone, te acompaña, va contigo y además hay un momento de tu vida en el que vuelves físicamente pero también vuelves en otros sentidos. Por tanto, creo que de nuevo es una temática extensible a muchas personas porque ¡quién no ha querido huir en algún momento! puede ser de la ciudad, de uno mismo, de su familia, de su pareja… La huída es un tema literario: marcharse y en algún momento regresar para encontrarte sobre todo contigo mismo.

P.- Recurres al cine y la música porque en tus poemas se pueden adivinar muchas de tus pasiones…

R.- Sí, claramente. La poesía se alimenta de todo, desde lo más cotidiano hasta lo más sublime que podamos ver porque somos el resultado de muchas experiencias estéticas. Por eso son tan importantes las canciones que escuchamos, el teatro que vemos, o los cuadros que contemplamos… pero también cualquier situación cotidiana. Hay experiencias estéticas que son muy intensas y, en concreto, la pintura y la música a mi me conmueven… siento infinidad de sensaciones cuando escucho una canción, es un rito, una necesidad… lo vivo con mucha intensidad y eso forma parte de mí y aparece tan profundamente que lo reflejo en los poemas con la misma intensidad casi el tema de la orfandad, la familia, el amor… porque para mí no son sólo una mera cuestión de entretenimiento.

POESÍA SANADORA.

P.- Si en la primera parte haces especial hincapié en el tiempo pasado, en la segunda, “Tránsito de raíz”, nos trasladas de una manera más explícita aún a tu infancia, a tus raíces, a la familia…

R.- Sí, son poemas dedicados íntegramente a las raíces, no tanto a nivel temporal sino que he intentado viajar hasta allí a través de personajes físicos como mis abuelos, mi madre, las mujeres de mi familia…Hay un intento de recuperar los anclajes básicos de mi vida y de hacer un humilde homenaje a las raíces, a lo que está muy arraigado en mí, que es una parte insustituible de cómo entiendo yo el mundo. Es un intento de poner en comunicación determinadas cuestiones que forman parte de mi familia y de todas las familias porque creo que la figura de un padre, una madre o un abuelo con alzheimer… son intentos de acercamiento a una emoción universal.

P.- En estos poemas hablas de los abuelos, que vivieron la guerra civil española y la posguerra, y destacas también el valor de la mujer, a través de personajes muy variados…

R.- Los poemas de esta segunda parte son historias, relatos que he vivido con los miembros de mi familia hasta hace muy pocos años y son un sencillo homenaje a esos abuelos que son historia viva de la guerra civil… En la poesía uno fusiona personajes y cualquier persona que recuerde sus vivencias personales con sus abuelos se puede reconocer en estos poemas…
La poesía tiene ese misterio y esa magia… Igual que en el caso de las mujeres. Creo que las mujeres de mi familia son los integrantes más fuertes, son el alma y el ancla que las sostienen.
Además algunos de estos versos son un homenaje a la mujer y a la historia del feminismo. Reivindico el papel de la mujer, la abolición del machismo en nuestra sociedad y la igualdad real y efectiva que tiene que existir entre el hombre y la mujer y todos tenemos que luchar por lograrlo. Es un ejercicio personal que todos tenemos que hacer y creo que esta sociedad tiene por delante un inmenso trabajo de reeducación social.

P.- En estos textos hay una niñez de fiesta, como señalas, “de fuegos artificiales”, pero también una infancia rota por la muerta de tu padre…

R.- Sí, creo que hay un punto de inflexión que existe en todas las infancias y, en mi caso, ese salto es abrupto, muy brusco, y coincide con esa muerte de mi padre una noche de septiembre y a partir de ahí todo cambia. Desde luego hay un antes y un después. El antes está repleto de una mitología particular de fuegos artificiales, de fiesta, pueblo y hogueras, de una intensa sensación de seguridad y alegría, y con su muerte eso se extingue y aparecen en mi vida la furia, el odio, las lágrimas…y entonces los fuegos artificiales, de los que hablo en el libro, desaparecen.
Recuerdo cuando era pequeño estar a su lado y contemplar los fuegos artificiales en las fiestas de Ávila y recuerdo mirar al cielo y ver los fuegos y su cara… y eso se queda grabado para siempre… los fuegos me recuerdan a él y procuro no verlos demasiado, la verdad.
En uno de los poemas de este libro digo que “la infancia deja recuerdos que el presente administra con holgura”. Y es que la infancia va dejando recuerdos y nos vamos topando con ellos a lo largo de toda nuestra vida. Yo estoy convencido de que me esperan todavía muchos recuerdos de la infancia que voy a encontrar, como ocurrió una noche en Cataluña que iba conduciendo y viendo fuegos artificiales y surgieron algunos de los versos de este libro porque aquel momento me llevó hasta la infancia.

P.- Dices que “un huérfano es aquel que descubre su origen”. ¿Ya has entendido entonces qué es la orfandad?

R.- No sé si la he entendido. La he aceptado, pero no sé si llega a entender. Para mí lo más grave y más difícil es no asumirlo, no poder verlo. La orfandad es una identidad. Por tanto, cuando uno se sabe huérfano, tiene la obligación o la necesidad de buscar un refugio de esa intemperie. Entonces aceptarlo no sé si es la solución, pero es parte de ella porque uno lo tiene más fácil para decirse a si mismo “necesito un abrazo que me alivie de esa orfandad” y cuando lo descubres hay una parte de ti que logra aliviarse y lo vives de una manera mucho más pacífica… De hecho ahora lo puedo hablar ya sin que me atraviesen las lágrimas. En otros momentos de mi vida no lo podía ni nombrar.

¿Y qué ha ocurrido? Pues que la poesía ha sanado el hecho de ser huérfano -ayudado por el paso del tiempo que mitiga el dolor y la ayuda de algunas personas con las que he hablado mucho de ello- pero creo sinceramente que la poesía me ha ayudado mucho a caer en la cuenta de lo que he vivido, a poder pensar sobre ello y a escribir estos versos.
Creo que para que uno escriba algunos de los poemas de este libro tiene que haber vivido muchas noches de orfandad. Plasmarlo sobre papel no logra que desaparezca pero sí que sea un sentimiento más pacífico, mucho más sereno.

VARIEDAD DE FONDO Y FORMA.

P.- En la tercera parte, “Tránsito de Humanidad”, los poemas son muy diferentes a los anteriores…

R.- Sí, en este apartado cambio totalmente de registro y creo que el lector lo agradecerá después de la intensidad de las dos primeras partes. Es igualmente profunda en el contenido pero la forma es distinta. Los poemas son más originales, irónicos y divertidos. Son versos compuestos de frases muy breves, incluso hay poemas de una sola frase. Quería que fueran versos contundentes, explícitos e irónicos.
Me interesa mucho la brevedad en los textos. Creo de hecho que la poesía tiene mucho que ver con lo breve, me interesan los géneros breves, los aforismos, las citas, las sentencias… y también los autores que han escrito en esa línea porque lo breve es muy contundente. Un poema de un verso, si está bien escrito, deja un buen sabor de boca, es muy intenso. Es un ejercicio de máxima intensidad.

P.- Son versos más divertidos.

R.- Me interesa mucho la ironía y el sarcasmo y espero en un futuro presentar un libro única y exclusivamente de humor.
Creo que este libro, sin renunciar a contar cosas muy serias, lo hace desde un punto de vista más mordaz y con altas dosis de ironía. La ironía funciona muy bien en poesía e incluso hace mucho más digeribles algunos temas de los que hablo.
Esta parte hace un repaso a temas como la religión, la economía, el capitalismo…infinidad de asuntos que son muy serios y que así escritos creo que pueden tener mejor acogida. Con brevedad y humor quizá se asimilen mejor.

P.- Y también son poemas reivindicativos…

R.- Me interesa la poesía como alegato y como resistencia al pensamiento único. Como diría Gabriel Celaya, pienso que la poesía “es un arma cargada de futuro”. Leo la poesía que se denominó social, que fue muy criticada, porque me parece que es necesario hablar de ciertas cosas que están ocurriendo –aunque también escriba de amor o soledad-, pero creo que la poesía tiene que ser testigo visible de su propio tiempo y el tiempo que nos ha tocado vivir es un tiempo complejo y duro. La poesía es una forma más de reflexionar sobre ello. Además, me interesa mucho la política como ciudadano y, como hablábamos antes, creo que las cosas que forman parte de ti de una manera muy profunda acaban saliendo en todo lo que haces, en tu forma de hablar, de pensar y, por supuesto, de escribir y en mi caso tienen una traducción inmediata en los poemas que escribo.

P.- En los que adoptas un posicionamiento crítico con algunas situaciones que estamos viviendo social y políticamente.

R.- Podríamos decir que son poemas “cívicos” porque la poesía es un posicionamiento. Es imposible no escribir desde un posicionamiento político. Son versos que hablan de la situación económica, la contaminación, la guerra, la inmigración, el capitalismo y sus excesos… La política es quizá la actividad que más me interesa –que es muy distinto de los partidos políticos- hablo de la política como un planteamiento más general, como la administración del bien común de los ciudadanos como se entendía en la Grecia Antigua. Creo que ese concepto hay que recuperarlo y hay que militar para recuperarlo y para tratar de mejorar y cambiar el mundo porque es posible hacerlo.
Y eso se refleja en la poesía porque se escribe desde un posicionamiento estético, ético y político. No sólo quiero hablar de temas más personales sino de otros temas como el político y el social porque intento que la poesía sea testimonio y testigo de lo que está ocurriendo. Me interesa la poesía que manifiesta; que critica, que denuncia, que cuestiona, que reflexiona sobre cuestiones políticas y sociales.

Pero aunque algunos de los poemas de Permanencia en el Tránsito puedan verse como textos más sociales y políticos no me gusta definir la poesía que escribo. Sencillamente son una faceta de más de alguien que se sienta a escribir y le interesan temas muy variados como el amor, la orfandad, el tiempo y la política, que es una faceta más. Tan necesaria en este libro como cualquier otro tema.

P.- Escribes sobre las nuevas tecnologías, que han modificado nuestros hábitos y relaciones personales.

R.- Sí, partiendo de la frase de José Hierro en la que dice que “el poeta es obra y artífice de su tiempo”, los poetas no podemos quedarnos anclados en el pasado sino que tenemos que sumar y agregar a nuestro trabajo una realidad tan evidente como que las nuevas tecnologías no sólo son el futuro sino que son el presente y la poesía tiene que hacerse cargo de ello. De hecho, ya hay un inmenso movimiento de poetas jóvenes que están haciendo trabajos increíbles con Internet, unos blogs fantásticos; gente que usa las nuevas tecnologías como el tema central y recurrente de sus textos.
Sin que este asunto sea mayoritario en mi poesía, también me interesa escribir sobre esta realidad y quiero sumarse a la reflexión conjunta.

NOCHE Y PIEL.

P.- “Tránsito de Piel” es la cuarta parte del poemario donde evocas los cuerpos de mujer…

R.- Los poemas no son sólo de quien los escribe sino de quien los inspira y hay que reconocer y escribir sobre historias de amor muy profundas, pero también encuentros fugaces y breves, que también pueden ser muy intensos porque dos personas pueden entregarse mucha cosas, si se vive desde la pasión y la sinceridad.
Y, en ese sentido, he querido escribir textos que hablan de una mayor profundidad del amor y otros poemas que reflejan esa fugacidad porque sabes que son historias de una noche o reencuentros en los que tienes la certeza de que cuando amanezca cada uno va a tirar para un lado distinto… pero estos versos son también de agradecimiento y reconocimiento.

P.- ¿Un homenaje al amor y al desamor?

R.- En el primer libro me centré en una única historia de amor, sin embargo, en Permanencia en el Tránsito aparecen más las sensaciones físicas de varios cuerpos. He querido que fueran versos en los que se sintiera el amor, el desamor, sus restos y sus consecuencias.
Son versos también en los que hablo de las despedidas, los reencuentros, los amores fugaces y nocturnos, los amores imposibles…a través de distintos cuerpos de mujer.

P. Como si el tacto de la piel y el amor se trasformaran en poesía…

R.- Al final uno acaba haciendo literatura de todo lo que vive. Muchas de las cosas que nos pasan pueden formar parte de un poema y las historias de amor son especialmente intensas y dan pie a la poesía. A pesar de que creo que escribir sobre el amor es muy difícil y hay grandes poetas que nos advierten y aconsejan que no se escriban textos de amor hasta una edad muy avanzada.
En este nuevo poemario yo no diría que son textos de amor sino que son textos de reconocimiento, de aproximación entre cuerpos. Son más bien textos escritos desde la pérdida, poemas de vocación erótica, textos de nostalgia…

En los versos de este libro no hablo tanto de amor como de la práctica amorosa que, aunque sabes que no va a llegar a buen puerto, a pesar de todo vives esa historia. Algunos de estos poemas rinden un pequeño homenaje a los encuentros, a las despedidas, a los reencuentros… como una cuestión inevitable de la vida que nos va presentando personas: unas desaparecen, otras reaparecen, otras no sabemos de ellas pero nos gustaría encontrar sus rastros y, en otros casos, son amores imposibles.

P.- Envolviendo algunas de esas historias está el ambiente de “la noche” y dices que tiene olor a piel y a baile…

R.- Sí, son distintas historias, de encuentros por las noches, de encuentros en los bares… porque me interesaba jugar con distintos ambientes y situaciones que todos hemos podido vivir en un momento dado. Y el ambiente nocturno es siempre muy literario, como el sexo, el erotismo, el cuerpo, lo físico… que son temas sobre los que me interesa escribir.

P.- ¿También en esta parte “vuelven las ausencias que siempre están presentes”?

R.- Es el eje central del poemario, que está escrito desde la ausencia y desde la pérdida. Y son ausencias que necesitas recuperar y evocar durante algún tiempo. Las escribes, y al estar escritas, de alguna manera ya no se pierden; ya no son ausencias invisibles sino que son ausencias más reconocibles. Y eso es lo he querido trasmitir en esto poemas puesto que son historias que, probablemente, si no las hubiese escrito habrían acabado en el olvido y así quizá uno las rescata y les da si cabe más dignidad de las que ya tienen en la memoria.

P.-Y además podemos reconocer lugares que frecuentas…

R.- Uno de los lugares que frecuento en Madrid es “El Barbieri”, donde se produce el desenlace de la novela de Varga Llosa, Travesuras de la Niña Mala. Voy mucho desde hace tiempo y lo conocía antes de leer la novela. Después un amigo me la recomendó y, desde entonces, esa cafetería se ha convertido en un lugar mitológico entre literatura y realidad.
Es tan intensa la sensación de que hay lugares que ya han vivido las mismas escenas que tú has vivido…Cuando escribí ese poema me estaba despidiendo de una persona que quería mucho y me daba cuenta de que hay lugares que ya han vivido esas mismas despedidas que nosotros, bien a través de la literatura o a través de otras personas que han hecho ya lo que tú estás haciendo en ese momento. Hay lugares que son escenarios de la vida de todos nosotros.
En muchos cafés, un domingo por la tarde de lluvia, se producen despedidas o reencuentros que también te han pasado a ti, que les ha pasado a otras personas o que probablemente está pasando en la mesa de al lado.

P.- “Tránsito Final” cierra el poemario ¿con un mensaje optimista y de búsqueda permanente?

R.- Sí, la idea central del libro, y así he querido concluirlo, es que siempre hay que seguir buscando. Creo que es una idea muy positiva porque trasmite deseo de búsqueda e inquietud permanentes. La intención es que, cuando el lector acabe el libro, le quede un buen sabor de boca. Permanencia en el Tránsito trata de ser un libro esperanzador. Y creo que lo es. El mensaje queda claro desde el título y, a pesar de que hay textos muy profundos o que abordan temas delicados, creo que este libro plantea una buena filosofía de vida.
En el fondo, me parece la única manera de vivir, creo que no se puede estar en este mundo de otra forma porque, si uno se estanca o piensa que tiene alguna certidumbre o alguna certeza, probablemente se equivoque, así lo veo yo al menos.
Hay que seguir buscando, hay que seguir investigando y revisando cuestiones personales, colectivas e históricas. Y creo que esa es la forma de vivir “permanentemente en el tránsito” –así es como yo quiero vivir- porque lo otro significa, o estar en posesión de la verdad, y eso es muy peligroso, o estar enfermo o muerto mentalmente y eso es muy triste y doloroso.

POESIA HECHA TEATRO.

P.- Con el primer libro de la trilogía surgió tu idea de ofrecer recitales y lo mismo pretendes hacer con este nuevo poemario. Escribes, recitas y representas. ¿Con este nuevo libro se consolida esta idea?

R.- Sí, para mí es un sueño cumplido que tenía hace muchos años. De hecho, la razón por la que empecé a hacer teatro fue para poner en marcha estos recitales. Lo que ocurrió es que el teatro me entusiasmó tanto que ahora también me interesa como formato en sí mismo. Y tengo muchas ganas, cuando el tiempo me lo permita, de hacer teatro puro y duro.
En los recitales lo que hacemos es dramatizar unos versos y eso me parece incluso más complicado que afrontar un texto teatral. Pero creo que viene muy bien a la presentación de los textos poéticos o al menos le da un aire distinto a los poemas, los enseña de otro modo. Creo que es una manera de llegar a más gente o por lo menos desde otro punto de vista. El objetivo es intentar atraer a personas que quizá no les interesa la poesía pero en este formato teatral puedan escuchar los versos y acercarse a ellos de una manera que les resulte más interesante…

Además con este planteamiento de escribir el libro, publicar y luego representarlo, vivo los textos de principio a fin. No sé si ya se puede hacer de manera más completa porque escribes los textos, pasa el tiempo y los corriges, los publicas y luego los vives a través del teatro y el trabajo es muy intenso.

P.- ¿Cómo ha sido la experiencia de llevar tu poesía por distintos rincones de la geografía española?

R.- Ha sido increíble. Yo me sentía como un “cómico de la legua”, como en la novela de Fernando Fernán Gómez El Viaje a Ninguna Parte. Es muy bonito poder ir con tu pequeña representación, con tu pequeña verdad, y poder compartirla con los demás. No se queda en algo publicado en un libro sino que lo defiendes con tu propio cuerpo, con tu propio sudor, con tu propia voz. Eso influye, para bien o para mal, claro, y quizá condiciona a la persona que lo está viendo, pero me apetece hacerlo así porque se producen encuentros muy bonitos con la interpretación de los textos y creo que es un trabajo generoso.
Y además es muy divertido. Aunque la gente te vea sufrir en textos en los que incluso estás llorando en el fondo con la representación del libro anterior me preguntaba: ¿quién no quiere ser Sísifo? ¡un héroe clásico que ha desafiado la hegemonía de los dioses, un tipo que lucha hasta la extenuación por la libertad. Para mí es un personaje que cualquier quisiera hacer!

Ahora mi intención es visitar como mínimo los mismos sitios a los que fuimos con el primer libro, incluso más, porque creo sinceramente que se va mejorando con el tiempo y este segundo libro de la trilogía es más intenso y profundo que el primero y me apetece dárselo a conocer a más personas. La intención es moverlo en todos los lugares que sea posible porque la experiencia ha sido maravillosa; ha sido un lujo y he podido sentir eso de que algunos sueños se cumplen.

P.- También has creado un blog en Internet sobre Permanencia en el Tránsito ¿Cómo surgió la idea?

R.- Ha sido la necesidad de sumar las nuevas tecnologías a la poesía y complementarla. Existen los textos en el formato tradicional de un libro y quise poner en marcha la posibilidad de que exista un formato virtual que además no es el libro exactamente sino algo distinto que lo enriquece.
El blog de Permanencia en el Tránsito no es el libro -hay poemas pero además incluye reflexiones, entrevistas, dibujos, etc.- y creo que es interesante la idea de acercarse al poemario antes o después incluso de haberlo leído.
Es sencillamente una invitación al libro, que es para mí lo más importante. Es un complemento o trampolín a los poemas. Me parece buena idea que personas que lean el libro y acudan al recital puedan además profundizar más en los versos gracias al blog. Es un complemento antes y después de leer el libro porque para mí tiene más relevancia el libro y la representación teatral.

También me gustaría que genere intercambio de ideas y opiniones de las representaciones teatrales; reflexiones de la gente que acude a verlo; que incluya diseños, dibujos e imágenes relacionados con la idea de “vivir permanentemente en el tránsito”… En definitiva, me gustaría que en el blog la relevancia la tuviera la idea central de Permanencia en el Tránsito: estar permanentemente en búsqueda y que circulen y tomen presencia los textos y cualquier actividad estética asociada a ellos.

P.- Apoyas los poemas con el teatro y las nuevas tecnologías ¿Es una manera de conseguir no sólo una mayor difusión para el libro sino una imagen más amplia de la poesía?

R.- Son vías complementarias. Evidentemente, cuando uno quiere enseñar a los demás algo que ha hecho, le gustaría que lo conociera el mayor número de personas posible, pero eso no me preocupa. Creo que las personas que nos dedicamos a la poesía sabemos que es un trabajo de largo recorrido. Sencillamente me apetece hacerlo; creo que es interesante y forma parte de un proyecto muy amplio.

P.- ¿Con la idea de relacionar la poesía de Permanencia en el Tránsito con otras disciplinas artísticas como la música, la pintura, la fotografía…?

R.- Podría haber muchas imágenes visibles que reflejen lo que puede significar este libro -despedidas, movimiento, gente caminando…- y cada lector creará la suya propia, pero creo que la imagen más real de Permanencia en el Tránsito es la de una persona que está pensando porque no se trata de un viaje físico. El poemario no es un viaje de distancias reales; se trata de un viaje de reflexión, de recuperación y memoria.

Los más importantes son los viajes hacía uno mismo -hacia su memoria para sentir el presente que está viviendo y buscar su camino futuro-. No es un libro viajero -aunque aparezcan distintas ciudades y países- Permanencia en el Tránsito es un libro escrito desde la reflexión, que recupera historias, lugares, sentimientos y personas.

Y también es un libro escrito desde la quietud, no son textos de velocidad o movimiento. Hay en él algunos impulsos, pero este nuevo libro es un ejercicio que muestra lo que es enraizarse en el terreno personal e ir cavando poco a poco en los pasillos de la memoria. Este segundo libro de la trilogía refleja que uno se detiene en el camino a pensar. Es acción interna.

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Por: Ana Velayos (Periodista). Abril 2011.